Foto fija: Al inspector de Trabajo Pere Navarro Olivella se le cae el mundo encima, precisamente por un conflicto laboral, si así se puede denominar. El enfrentamiento con la Guardia Civil le supera. Pensó que el nuevo general de la Agrupación de Tráfico le resolvería el problema pero lo ha amplificado. Es su año negro: el Congreso aprueba que se revisen los límites de velocidad y además se le amotina el personal; su error: pensar que los guardias son sus “mandados”. Ve con desolación cómo seis años de gestión exitosamente vendida se desvanecen en pocas semanas sin que pueda evitarlo. Desesperado desfile en los medios afines para intentar ganar terreno, aunque sea a costa de contradecirse de una manera un punto esquizofrénica. Sí, Pere Navarro quiere irse.
Qué lejos quedan aquellas épocas en que Pere Navarro, inspector de Trabajo, hacía sesudos análisis (que aparecían en publicaciones especializadas) sobre los diversos sectores de la economía y sus interrelaciones con el mercado de trabajo: autónomos, empleados, convenios, negociaciones… Hay abundante literatura firmada por el ahora director de la DGT. Toda una autoridad en la materia, en las relaciones laborales, en la defensa del valor tuitivo del derecho del trabajo, esto es, para que nos entendamos, de la prevalencia de los intereses del trabajador sobre los del empleador. Un verdadero experto devorado, por mor de la política, del poder, por su propia hemeroteca.
Tampoco pasa nada. La memoria es débil y el tiempo corre que se las pela, pero ahí está lo que se hizo, y el surco que dejamos en la dura tierra nos recuerda, cada día, de dónde venimos, y lo que dijimos, aunque con el caminar de los años todo eso resulte de un ejercicio periódico de introspección.
Nada más lejos de mi intención, en todo caso, que meterme en la cabeza de Pere Navarro, que, lo confieso, empieza a darme cierta lástima. Será que pertenezco a la generación que creció con las películas de Walt Disney y tal condición me inspiró un sentimiento de solidaridad hacia los débiles. Más que a Bambi, a mí me recuerda a Dumbo. A base de que se lo digan, se ha acabado creyendo que él es el autor de la década prodigiosa de la seguridad vial. Vamos, lo mismo que si pudiera volar con las orejas.
Más allá de que en su momento dediquemos un análisis sereno a sus logros y a los logros de otros (la mayoría), lo que ahora toca es contar que Pere no puede más, en un año, este 2010, en el que todo se le ha dado la vuelta, en el que, por primera vez desde que está al frente de la DGT ha perdido la iniciativa y ha tenido que actuar defensivamente. Primero, los conductores, que claman contra la Ley de Tráfico, que corre serio riesgo de volver esquilmada del Constitucional, aunque primero tiene que llegar. Luego, el Movimiento140.com, que consiguió por unanimidad que el Congreso instase una revisión de los límites de velocidad, tirando a la cara de Navarro la mayor de las desautorizaciones públicas en toda su carrera, pues acababa de decir que los firmantes de la Plataforma Ciudadana eran unos “empanados mentales”. Además, la Resolución del Parlamento de la Nación tocaba el \"punto peresiano\", es decir, la clave del arco de su discurso: la velocidad es un bicho asesino, y lo es porque yo lo digo, y por eso he llenado las carreteras de radares. También este tinglado se le empieza a desmontar.
Por si todo eso fuera poco, finalmente ha aparecido en escena el plante de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, explicado con suficiente extensión en este mismo blog, que supone una situación sin precedentes en la historia de la Benemérita, puesto que lo que se ventila es la propia razón de ser de la institución. En este asunto, a la prepotencia y habitual osadía de Navarro se ha unido la torpeza del General Dichas, que llegó al frente de la Agrupación de Tráfico convencido de que en un periquete él acabaría con quince años de tiras y aflojas con los guardias, en virtud de su sistema de puntos por el que quien más multe más obtiene, a la postre.
Vamos, que en unos meses Pere ha pasado ser San Pere a ser el \"puñetero\" Pere; para todos, pero sobre todo, para un Gobierno que no puede permitirse nuevas parcelas de desgaste, y menos en la cosa circulatoria, que tan bien le había ido hasta ahora.
Fuentes conocedoras de la situación afirman que Navarro se encuentra abrumado por la situación y que considera pactar su salida de la DGT coincidiendo con la crisis de Gobierno para encajar la salida de Trinidad Jiménez. Se trataría de salvar la cara en la medida de lo posible, después de sus años de gestión con unos resultados buenos, al menos en apariencia. ¿Su sustituto? Se baraja la opción de un nuevo DGT de transición, promocionando a alguno de los actuales subdirectores de Tráfico, que alguno hay competente.
Rubalcaba no quiere ni oír hablar de todo esto, y parece difícil que permita a nadie que se mueva fuera de la foto, pero, por otro lado, comprueba que la vía de agua es más grande a cada día que pasa. No hay más que ver el patético desfile del lenguaraz Pere por los medios afines esta semana, diciendo y desdiciendo, asegurando una cosa y su contraria, y, encima, con la amenaza de un verano circulatoriamente complicado. ¿Porque hay menos multas? No, porque hay más coches, como muy saben los de la DGT. Septiembre se avecina muy difícil para Navarro Olivella: además de todo lo dicho, tendrá que explicar por qué obtiene ingresos extra como consejero de una empresa pública de gestión hídrica, Aguas de la Cuenca del Ebro.
Pere se quiere ir. ¿Quién vendrá? Otro será, que bueno lo hará. Sabio refranero.
Fuente:
elantiradar.com