Como todo el mundo sabe y muchos se apresuran a criticar y demonizar, la electrónica es clave hoy en día en la alta competición del motor. Los sistemas electrónicos se encargan desde la recogida simple de datos, pasando por el encendido del motor, el arranque (me refiero a la salida en un GP), la gestión de procesos mecánicos y estratégicos,… Actualmente la electrónica, asi como el software a medida, son una parte tan importante en un coche de Fórmula Uno como lo puede ser el motor, o el piloto.
Hoy vamos a hablar de un desarrolo de Magneti-Marelli exclusivo para Renault, el Step 11, introducido por primera vez en Australia 2005. Este aparato (que aseguran tiene la potencia de cálculo de 100 procesadores Pentium IV), es un paso más en el intento de los ingenieros de Renault de integrar totalmente chasis y motor, de hacer que el monoplaza sea una sola pieza, por así decirlo. Al fin y al cabo, ambas partes del monoplaza están íntimamente relacionadas, son complementarias.
Las misiones a realizar por parte del Step 11 son ingentes. Sólo en el arranque “el cerebro del coche desembraga, enciende el limitador de revoluciones, hace girar el eje de la caja de cambios, comprueba que el engranaje es correcto, conecta el embrague y los interruptores en el limitador de revoluciones”. Esto, unido a otras muchas operaciones de control y gestión, se repite continuamente cada carrera, y por lo tanto aumenta la efectividad del conjunto a niveles desconocidos unos cuantos años atrás. Permite además integrar el control de estrategias con el motor, alargar la vida del motor y controlar infinitos parámetros que varían en las carreras, como información aerodinámica, ritmo o progreso de los pilotos o cualquier otro dato relevante para el equipo. Mi opinión al respecto no es una opinión. Para mi es lo lógico, en cada época de la Fórmula Uno debe haber un aspecto de la tecnología que marque la diferencia. En el pasado, esa tecnología era la mecánica y la humana; después, la hidráulica (y la humana también) y ahora la electrónica, la aerodinámica y… ¿lo adivinas? La humana.